Ubuntu cumple 20 años. Tal día como hoy… O sea, tal día como ayer, hace dos décadas, comenzaba la andadura de la distribución que le puso nombre propio -el suyo, una palabra africana que que alude a la comunidad: «yo soy porque nosotros somos» al escritorio Linux, al menos para el «gran público». No es que antes de la llegada de Ubuntu no hubiese otras distribuciones apuntando en la misma dirección y haciéndolo muy bien, pero fue el sistema de Canonical el que consiguió convertirse en la cara más visible del ecosistema.
De hecho, si Ubuntu lanzaba su primera versión un 20 de octubre de 2004, no tardaría mucho en ponerse a la cabeza del escritorio Linux con un lema curioso, autodenominándose como el «Linux para seres humanos», y una estrategia reconocida por el mismísimo creador del kernel Linux: «Lo que Ubuntu hizo muy bien fue hacer que Debian fuera usable», comentó en su día Linus Torvalds. Lo cierto es que todo lo fue se mantiene, he ahí su mayor mérito, aun cuando la escena ha evolucionado tanto que es difícilmente comparable.
Dando somero repaso a la historia del proyecto, si recordamos el veinte aniversario de Canonical a principios de año, hacemos ahora lo propio con el de la distribución que ha sido su razón de ser. La primera versión en ver la luz fue Ubuntu 4.10 ‘Warty Warthog’ y desde entonces han caído cuarenta más, todas ellas numeradas en función del mes y año de su lanzamiento y nombradas en orden ortográfico como la sinergia animal / adjetivo hasta llegar al último Ubuntu 24.10 ‘Oracular Oriole’ (ya han dado la vuelta al abecedario).
Desde entonces, Ubuntu ha ido forjando la idiosincrasia que la caracteriza con más aciertos que errores, aunque de todo hay en su trayectoria. Entre los primeros, por ejemplo, está el haber creado una gran selección de sabores oficiales, convertida a la postre en una de las mejores distribuciones de Linux para PC, basada cada una en la base que proporciona Ubuntu, pero también en un entorno de escritorio diferente. Hablamos de Kubuntu, Xubuntu, Lubuntu, Ubuntu MATE, Ubuntu Unity, Ubuntu Cinnamon, Ubuntu Budgie, Ubuntu Studio y Edubuntu, o sea, diez ediciones oficiales, contando la principal.
No siempre fueron tantas, pero no tardaron mucho en comenzar a darse: con la segunda versión del sistema, Ubuntu 5.04 ‘Hoary Hedgehog’, primera versión también para arquitecturas x86- de 64-bit, apareció Kubuntu, basada en el software de KDE; con Ubuntu 5.10 ‘Breezy Badger’ le llegó el turno a Xubuntu y su Xfce… Y así, poco a poco, fue formándose la familia que conocemos, muy criticada en sus inicios, pero una apuesta segura a día de hoy para quien gusta de la oferta de Ubuntu, pero prefiere un escritorio alternativo.
Como se ve, Ubuntu mantuvo desde sus inicios una cadencia de dos lanzamientos anuales, uno en abril y otro en octubre, con dos años de soporte para cada uno. En abril de 2006, sin embargo, Canonical dio una vuelta de tuerca a la fórmula para introducir una versión de soporte extendido con más de un propósito: Ubuntu 6.04 ‘Dapper Drake’ LTS fue la primera de su clase y con ella cambió todo: el tiempo de soporte se redefinió, las primeras versiones para servidor se asentaron…
Aunque desde un principio Ubuntu pudo usarse para diferentes fines, léase escritorio o servidor, la propuesta se enfocaba sobre todo en el PC. Con Ubuntu 6.04 LTS cambió esto, precisamente a razón de las nuevas políticas de soporte: las versiones intermedias reducían su mantenimiento a año y medio, mientras que las versiones LTS lo ampliaban hasta los cuatro años. No obstante, la dicotomía de Ubuntu Desktop y Ubuntu Server no se completaría hasta la siguiente versión LTS, Ubuntu 8.04 LTS ‘Hardy Heron’, lanzamiento a partir del cual se introdujeron paquetes y configuraciones específicas para cada edición.
A todo esto, cabe recordar uno de los grandes puntazos de Ubuntu: los CD que mandaba a cada gratis para instalar el sistema sin necesidad de descargarlo, para compartir… La dádiva se acabó en 2011, pero sin duda alguna, marcó una época. Una estrategia de expansión agresiva y muy costosa, pero que reportó a Ubuntu buenos frutos.
Gracias a todos estos cambios, Ubuntu no solo se conformó como la gran distribución Linux para PC, arropada cada vez por una mayor comunidad, sino que le dieron pie a comenzar su adopción empresarial, tanto en el escritorio como en servidores. En 2010 Ubuntu ya no tenía rival a nivel de popularidad y sus instalaciones en todo tipo de organizaciones a lo largo y ancho del mundo crecían exponencialmente. Lo mismo sucedió en ese tiempo con las distribuciones derivadas que medraron a su sombra, alguna de las cuales son actualmente opciones bien conocidas.
Ya en 2011 Mark Shuttleworth, fundador y CEO de Canonical y Ubuntu, se lió la manta a la cabeza y anunció la gran empresa que tenía Ubuntu por delante: la búsqueda de la convergencia, una apuesta por un sistema multiplataforma que dominase toda clase de dispositivos, incluyendo ordenadores personales, pero también los por aquel entonces pujantes teléfonos y televisores inteligentes, todo ello con un fundamento de código abierto, Linux y una interfaz a la altura de las circunstancias. Esa interfaz en pos de la unidad fue, por supuesto, Unity.
No fue tan rápido como podría parecer. Unity se fue gestando poco a poco, primero como una vertiente ligera de Ubuntu específica para Netbooks, los miniportátiles que tanto, pero tan fugazmente triunfaron por aquellos años. El invento duró un par de años, aunque no desapareció, sino que se integró en Ubuntu, ya bajo el nombre de Unity. Su debut fue en Ubuntu 11.04 ‘Natty Narwhal’ y no trajo poca cola el asunto: abandonar un experiencia estable como la que ofrecía GNOME 2 por una alternativa ambiciosa, pero a medio hacer, generó mucho disgustó (el incipiente GNOME 3 tampoco resultó en éxito).
Pero la jugada lo le salió bien a Canonical. Es decir, Unity llegó a ser un gran escritorio, pero el sueño de la convergencia se desvaneció y Ubuntu volvió a GNOME. Esto fue en 2017, ojo. Entre medias hubo un poco de todo: un intento de Dropbox llamado Ubuntu One iniciado y descontinuado entre una cosa y la otra; el controvertido desarrollo del servidor gráfico Mir, que puso en pie de guerra al mismo Shuttleworth contra el tea Party del Open Source y que nunca llegó a utilizarse para lo que fue diseñado, pero que sigue vivo y en uso…
Y, por supuesto, Ubuntu Phone, que no fue otra cosa que el propio Ubuntu con Unity 8, una nueva versión del escritorio con la que lograr la convergencia, la cual se distribuyó para su uso en teléfonos inteligentes sin llegar a nada, aunque también sigue viva, desarrollada de manera independiente, pero sin perder vínculos con Ubuntu. La aventura de Ubuntu Phone se saldó con el lanzamiento de varios móviles y una tableta, cuyo soporte se mantuvo hasta esas mismas fechas. (en esa última noticia encontrarás enlaces a los análisis que les dedicamos a tres de ellos).
A todo esto, no puede faltar en este repaso a la trayectoria de Ubuntu una mención a la odisea de Ubuntu Edge, el que pretendía ser el buque insignia de Ubuntu Phone. Un terminal diseñado por la misma Canonical y cuya fabricación se intentó financiar con una campaña de crowdfunfig que, pese a no conseguir su ambicioso objetivo de 32 millones de dólares, dejó el listón muy, muy alto. El total recaudado -y devuelto- superó los 12 millones de dólares, coronándose entonces como la iniciativa de esta clase más exitosa hasta el momento.
Sin embargo, no todo le fue mal a Canonical. Al tiempo que el empuje por hacerse un sitio en el mercado de consumo se hacía inviable, la marcha de la compañía, sus productos y servicios, cuajaban en el ámbito profesional, haciendo de Ubuntu un proyecto viable en lo económico. Y es que durante muchos años se operó con pérdidas, con la aportación de la inversión inicial de Mark Shuttleworth. El fenómeno de los servicios en la nube y las soluciones para empresas fueron y siguen siendo la fuente de ingresos sobre la que se sustenta el negocio de la compañía y, por lo tanto, el desarrollo del viejo Ubuntu para PC.
Así las cosas, a Ubuntu Desktop y Ubuntu Server se le unieron con el tiempo otras, como Ubuntu Core, una edición específica para el Internet de las Cosas que ha derivado en una de las apuestas de futuro de Canonical para diferentes escenarios… Y claro, si hacemos referencia a Ubuntu Core, hay que hablar de Snap, el formato de paquetes y sistema distribución de aplicaciones para escritorio y servidor, otra iniciativa de la casa que ha generado discusión por doquier, pero que al contrario que algunas de las menciones, parece estar saliendo bien.
Ubuntu se encuentra en la actualidad en toda la cadena de suministros del sector tecnológico: Ubuntu está en todas las grandes plataformas de servicios, y quien dice Ubuntu, dice todos los servicios profesionales ofrecidos por la compañía, centralizados, pero no exclusivos de la suscripción de Ubuntu Pro, su oferta básica, gracias a la cual las versiones LTS disfrutan ahora de 12 años de soporte. Lo cierto es que los tentáculos de Ubuntu son difíciles de contar desde fuera, porque no para de moverse. A modo de muestra, MicroCloud y Everything LTS, dos de sus lanzamientos más recientes.
Con todo, aquí en MuyLinux nos dedicamos principalmente al escritorio y, como se puede ver por la cantidad de enlaces que lleva este artículo, nuestra trayectoria ha estado muy ligada a la de Ubuntu, pero es que a fin de cuentas hablamos de, cabe repetirlo, referente del escritorio Linux. Aun a día de hoy, sí… ¿Con menos lustre del que tuvo antaño? Pues sí, pero no porque ahora la competencia también lo hace muy bien, parte de la base de usuarios de Linux en PC ha adquirido la suficiente experiencia como para buscar la alternativa que más se adecúe a sus gustos y necesidades… Pero Ubuntu cumple 20 años…
Y había que celebrarlo. Con este repaso en profundidad, pese al cual es muy probable que nos hayamos dejado cosas sin comentar, pero también con la entrevista con Oliver Smith, responsable de Ubuntu Desktop que publicamos hace unos días. Canonical, por su parte, lo ha celebrado con el lanzamiento de Ubuntu 24.10, aunque es más recomendable confiar en Ubuntu 24.04 LTS y dejarte llevar.
Fuente: Muy Linux.